Historia (Evolución y explotación de las Marismas del Guadalquivir)

Las marismas del Guadalquivir, una de las zonas más inhóspitas de la Península hasta hace apenas medio siglo, pero que tras titánicas décadas de trabajo humano para desecarlas y roturarlas se han consolidado como el mayor arrozal de Europa, constituyen un territorio de unas 250.000 Ha, situado entre las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. 
  • Hace 5.000 años toda la marisma se encontraba sumergida bajo un extenso mar. Poco a poco la corriente del Atlántico fue formando una duna costera que, con los vientos del suroeste, llegó a Sanlúcar de Barrameda formando un lago, llamado por los romanos Ligustinus o Ligur.  Los sedimentos arrastrados por el Guadalquivir hacia el mar durante siglos colmataron el Lago Ligustino, que llegaba desde el Atlántico hasta Sevilla, y crearon una enorme marisma de unos dos mil kilómetros cuadrados, penetrada por el Guadalquivir y sus dos brazos más importantes: el Brazo del Este y el Brazo de la Torre
  • Así, empezaron a emerger en marea baja o durante el verano, al evaporarse las aguas marinas, tierras fangosas, encharcadizas, peligrosas, de transitar porque no soportaban en muchos lugares el peso de personas o animales que desaparecían sin dejar rastro. La marisma se fue convirtiendo en un espacio natural, tierra nueva, dominio de nadie, fuente de recursos para los habitantes de las poblaciones vecinas que se introducían en estas tierras para vivir de la abundante pesca, la caza y la práctica ganadera. Pero el Guadalquivir, durante sus habituales crecidas, podía inundar completamente la marisma y destruir su ganadería. 
  • Las Islas del Guadalquivir fueron célebres por sus praderas siempre verdes, en donde ya en el siglo IX los árabes practicaban la cría de caballos para fines militares y ensayaban los primeros cultivos de arroz fracasados por la fuerza de la marea. 
  • En 1253 (siglo XIII) el rey Alfonso X concedió al Concejo de Sevilla la Isla Mayor. Desde entonces, en estos lugares fueron aprovechadas las “hierbas de las Islas”, “las cenizas de los almajos” (para fabricar jabón) y “las pesquerías”. 
  • En el siglo XV los Reyes Católicos arrendaron estas tierras para ayudar a pagar los costes de la conquista del Reino de Granada. Una vez devuelto al Concejo de Sevilla, se concedió mancomunidad de los pastos a los pueblos de los alrededores. No sólo servía de pastizal para el ganado de los pueblos ribereños sino que acudían ganados de otros lugares como de Extremadura. Las extensas y desnudas llanuras marismeñas, desprovistas de natural abrigo, se fueron poblando en las vetas (terreno algo más elevado que el resto de la llanura) de chozas y hatos de pastores, vaqueros y gañanes. En torno a estos humildes refugios fueron surgiendo los primeros sembrados forrajeros de trigo, cebada, habas… En tal sentido, ya en los siglos XV y XVI las siembras de melones en las márgenes del río tenían la fama de ser “los mejores de la tierra”. 
  • Hasta finales del siglo XIX, las marismas del Guadalquivir estaban aún en estado casi natural. Sin embargo, a partir de entonces se han realizado una serie de transformaciones —encaminadas fundamentalmente a la mejora de las condiciones de navegación del río Guadalquivir y a la puesta en cultivo de las tierras— que han modificado totalmente el paisaje inicial. 
  • En 1927 (siglo XX), una compañía inglesa aunque también con capital suizo y español (Islas del Guadalquivir S.A.), compra 25.000 hectáreas con el fin de realizar la “desecación y saneamiento de las marismas y terrenos pantanosos en islas y marismas del río Guadalquivir”. Esta Sociedad, con una prodigiosa organización y un sorprendente despliegue de medios comenzó la creación de pequeños poblados y numerosas viviendas y dependencias diseminadas por toda la Isla Mayor. Se adentraron en la marisma con 68 km. de carreteras, 54 de ferrocarril de vía estrecha, 60 km. de línea telefónica y 27 km. de tendido eléctrico de alta tensión. A través del río Guadalquivir utilizaron la línea de vapores Sevilla-Sanlúcar-Mar para comunicar la Isla Mayor con muelles estratégicamente enclavados. 
  • Se inició el proceso de transformación agraria, poniendo en 1929 las primeras parcelas de arroz en cultivo. Estos primeros pequeños núcleos de población tenían como fin recoger a los agricultores que llegaban buscando trabajo. Pero los gastos superaron rápidamente los beneficios, las lluvias destruyeron los muros levantados, se perdieron las cosechas, etc., lo que hizo que la empresa inglesa abandonara el proyecto. 
  • Durante la Guerra Civil esta zona se convirtió en el único almacén de arroz de la zona nacional, ya que la zona valenciana se encontraba en manos republicanas. En 1937 se vuelve a iniciar el cultivo del arroz en la Marisma, favoreciendo la construcción de nuevos poblados. Las condiciones en las que miles de braceros -muchos de ellos republicanos huidos de las matanzas de la Baja Andalucía y Extremadura- domeñaron la marisma para transformarla en un límpido arrozal se asemejaron a las penurias de los campos de trabajo forzado. Numerosos presos de guerra y políticos también fueron empleados en la construcción de las obras para el riego de estos cultivos. 
  • La posterior llegada de agricultores valencianos expandió los arrozales por el Bajo Guadalquivir hasta consolidarlos como unos de los principales de Europa, con una cosecha de casi la mitad de la producción española. 
  • Actualmente, la práctica totalidad de la marisma está dedicada a diversas labores agrícolas, entre las que sobresale el cultivo del arroz hasta tal punto que, en pocos años, la provincia de Sevilla ha pasado a ser la principal productora de arroz de España.

1 comentario:

  1. ¿existe una estadística del crecimiento de la superficie de arroz en hectáreas? Estaría interesado

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